¿Que te apetece leer?

30 may 2010

Capítulo 2

-¿Entonces me voy a comer? ¿Estarás bien?
-Que sí mamá. Estoy perfectamente bien. No te preocupes. Además mañana ya me dan el alta. Puedo seguir cuidándome yo sola.
Y me dio un beso y se marchó a comer. Hacía una semana que me había despertado y como por arte de magia, los médicos decidieron que estaba increíblemente sana para irme a casita. Aquel mediodía, me había quedado sola por primera vez en la habitación. A Amanda la dieron el alta, mi padre estaba trabajando y convencí a mi madre a que comiera algo un poco digno, pues llevaba todos los días alimentándose de un simple sándwich que le traía Amanda después de la siesta.
Suspiré. Seguía sin saber nada de Diego, de Sonia y de Mery. Es como si la tierra se los hubiera tragado, o peor, como si no quisieran saber absolutamente nada de mí. Se me secó la boca y bebí un poco de agua. Lo primero que haría tras salir de ese hospital sería buscar a Diego, corriendo y pedirle explicaciones de por qué no me había venido a visitar. Volví a suspirar y esta vez algo llamó mi atención. La puerta se abrió misteriosa y lentamente, como si en esos instantes estuviera viviendo una película de miedo. Pero esa sensación se quitó cuando vi la sombra de alguien conocido. Forcé la vista para distinguirlas bien, pues ahora eran dos sombras. Del pequeño pasillo salió un pie, el de una chica, pues llevaba tacones. Salió otro segundo pie, el de otra chica. Llevaba unas manoletinas rosas. Al fin, se pusieron a cierta distancia enfrente a mí. Fui subiendo la mirada, poco a poco. Vi sus piernas, delgadas. Sus minifaldas, sus camisetas, todo conjuntado y a la moda. Subí hasta ver sus caras. Una chica morena, ojos marrones, delgada, guapa. Otra chica, castaña, ojos azules, preciosos. Mery y Sonia. Por fin. Y sin embargo había algo que no era propio de ellas. Quizás un poco de palidez... pero no, lo que había cambiado en ellas era mucho más que la palidez.
-Hola...-les dije ilusionada.
Ellas seguían mirándome, sin decir nada, sin moverse tan sólo un centímetro que hasta parecía que no respiraban.
-Sonia... Mery...
Nada. Seguían sin inmutarse.
-¿Estáis... enfadadas?
-¿Enfadadas? ¿Quién cariño?
La voz de mi madre me sobresaltó y dirigí la vista corriendo hacia ella que se había situado a mi lado.
-¡Mamá! ¡Están aquí!
-¿Quién mi amor? Si no hay nadie aquí...
-Sí...
Y giré rápidamente la cabeza al frente, donde se habían situado Sonia y Mery y donde ahora no quedaba ni rastro de ellas. Miré en todas direcciones buscándolas, y me asusté al no encontrarlas.
-¿Mery? ¿Sonia? ¿Donde os habéis metido?
Y mi madre abrió mucho los ojos y palideció igual que lo hizo Amanda pocas noches atrás. Me acarició la frente, y con la voz muy entrecortada, me dijo:
-Cariño... Sonia y Mery es imposible que hayan estado aquí.
-¿Qué? ¡Pero yo las he visto!
-Cariño... Tengo algo que decirte...
-¿El qué?
-Verás. En el accidente... Las únicas afortunadas habéis sido Amanda y tú... Y doy gracias a Dios que te ha querido...
-Espera, espera.-la interrumpí-¿Cómo... cómo que las únicas afortunadas?
-Cariño... Lo siento mi vida. No se salvaron...
Y empezó a llorar. Cosa que hice yo cinco minutos después de la noticia. Me quedé paralizada, en estado de shock, como cuando rozas la muerte con la punta de los dedos, y no te puedes creer que la muerte te haya llegado tan pronto. Como me quedé yo el día del accidente mientras veía como una curva nos iba a quitar la vida a todos... O casi todos... Y de golpe, me vinieron todas las imágenes de aquel día, las despedidas de Diego e Iván, la sonrisa de todas nosotras, el cansancio del señor Peláez... Y caí en la cuenta, de porqué Sonia y Mery no habían venido a verme, y que por eso, nadie me quería hablar de ellas o me cambiaban de tema cuando yo preguntaba que había pasado realmente. Por eso Amanda se puso tan pálida aquel día... Y tras esos cinco minutos de pensamientos oscuros, por fin dije algo en un susurro que no oyó ni mi madre:
-Pero yo las he visto...
Y rompí a llorar.

20 may 2010

Capítulo 1

Desperté en una habitación blanca, un mes después del accidente. Estaba en el hospital. Pestañeé un par de veces, recordando cómo se movían los ojos después de tanto tiempo cerrados. Lo primero que vi fue el techo, tan blanco y relajante, que me ayudó a recuperar algunas imágenes. Diego despidiéndose. Y un coche con la música muy alta. Dolor de cabeza. Probé a respirar más fuerte y mis pulmones me regañaron por ello con un pequeño pinchazo. Gruñí como pude pero lo suficiente para que la persona que tenía al lado me oyera. Mi madre. Tenía los ojos hinchados, y morados por las grandes ojeras que los invadían. Parecía que llevaba demasiadas noches sin dormir. Intenté sonreír. No pude.
-¡Mi niña! ¡Mi niña se ha despertado!
No lo dijo muy alto, pero mis oídos estallaron a escucharla por primera vez después de aquella larga siesta. Otro gruñido.
-Princesa ahora mismo vendrá el doctor. Te vas a poner bien. Te lo prometo. Todo saldrá bien...-esto lo dijo más bajito.
Inmediatamente fue a su busca. Apenas veinte segundos después tenía a un médico intentando sacar de la habitación a mi nerviosa madre, y mi preocupado padre. El médico se me acercó, y empezó a examinarme sin decirme nada. Cuando terminó, se dignó a hablarme:
-¿Qué tal te encuentras?
-Mal...
Y no dije nada más en todo el día. Lo pasé durmiendo.
Tres días después abrí los ojos por la tarde. La primera sorpresa que me llevé fue la primera persona que me saludó. Amanda.
-Buenas tardes cariño. Nos has dado un buen susto a todos.
El día que me desperté no me había dado cuenta de que estaba en la camilla de al lado. Ingresada pero con mucho mejor aspecto que yo. Me quité la mascarilla de oxígeno para poder hablar.
-¿Que... ha pasado?
Me sorprendí poder haber pronunciado la frase entera, aunque con algunas dificultades.
-Hemos tenido un accidente... Hace un mes. Acabas de despertar de un coma. Pensábamos que te perdíamos... Yo casi pierdo la vista por un golpe en la cabeza. Todavía están asegurándose de que no tenga secuelas ni nada. Mañana me dan el alta. Pero seguiré visitándote.
-¿Y Sonia y Mery?
De pronto, a pesar de que yo apenas pude percatarme, Amanda se puso pálida. Lo que si pude ver claramente fue una lágrima saliendo de su ojo, y bajándose por su rostro para precipitándose al vacío tirándose desde su barbilla. Yo me puse nerviosa. Sin saber por qué.
-¿En qué habitación están?
-En ninguna...
-¿Están en casa?
-No...
-¡Donde están Amanda!
Y me puse a toser, por el gran esfuerzo de levantar la voz. Empecé a ahogarme, a faltarme el aire. Empecé a ponerme más nerviosa y cada vez más y más roja.
-¡Un médico!- chilló Amanda desesperada y bajó de su camilla para ir a mi encuentro.- ¡Un médico, joder!-volvió a chillar.
Vino el médico y apartó a Amanda de mi lado. Yo tosía y tosía. El médico me puso rápidamente la mascarilla y empezó a tranquilizarme.
-Tranquila... Respira... Respira... Todo ha pasado, tranquila...
Poco a poco me relajé y la tos cesó. Amanda suspiró aliviada. Estaba nerviosa. El médico se despidió de mí.
-Deberías descansar un poco, Sara. Amanda, ¿podemos hablar fuera?
-Si claro... Ahora vuelvo Sara-dijo Amanda. Y me dio un beso en la frente.
Salieron ella y el médico, y corrieron mis padres a su encuentro.
-Doctor le he visto salir de la habitación de Sara. Estábamos comiendo. ¿Ha pasado algo?-dijo mi madre, siempre tan nerviosa.
-Tranquilízate, Isabel.- sin embargo mi padre, era demasiado duro.
-Bueno, Sara a sufrido un ataque de tos, y creo que era porque algo la alterado. ¿No es cierto Amanda?-dijo el médico.
Amanda se sintió culpable cuando todas las miradas se dirigieron a ella. Bajó la mirada y asintió.
-Verás, quería deciros que el estado de Sara es bastante bueno, comparado con todo lo que ha sufrido. Recibió varios golpes y eso le provocó un coma del que todavía estamos asegurándonos no haya daños irreparables. Así que debería descansar al máximo y por supuesto no alterarse, cansarse o cualquier cosa que la perjudique. Tengo entendido que en el accidente murieron dos amigas suyas, ¿no?
-Si...
-Mi más sincero pésame. Sé que será difícil para ella superarlo, por eso, deberían guardárselo para cuando esté mejor. Una desgracia tan grande solo perjudicaría su salud que ahora es muy inestable. No sé si me entienden...
-¿Quiere que no le digamos que se han muerto sus dos mejores amigas?
-Verán, solo pienso que es demasiado pronto. Deberían esperar a que le dieran el alta. Por su bien.
-Creo que tiene razón...-dijo Amanda muy arrepentida, pues minutos antes había estado a punto de decírmelo.
-Sí. Es lo mejor y punto.-dijo papá.
Y así el médico avisó de que se habían acabado las visitas y se marchó.
-Vete tú a casa, yo me quedaré con la niña...-dijo mi madre.
Y mi padre se fue, mientras mi madre y Amanda se dirigían a la habitación. Yo, ya estaba dormida.

19 may 2010

Introducción

-Adiós cariño. Pórtate bien ¿eh? No hagas enfadar al señor Peláez.-dijo Diego dando un cariñoso beso a Sara.
-Tranquilo chico, si se porta mal la traigo de vuelva a casa y se queda sin playita.
-¡Papa!- dijo Sonia entre risas.
-Venga, iros ya que se hace tarde. Ya nos veremos la semana que viene.-dijo Iván triste porque Sonia se iba.
-Venga chicos, os prometo que las cuido bien.-dijo el padre se Sonia.
Así, se cerraron las puertas de atrás, he Iván y Diego se quedaron contemplando como el coche les decía adiós con las manos de cuatro chicas guapísimas. Amanda, Sonia, Mery y Sara emprendían un nuevo viaje, hacia Peñiscola, donde se encontraba el chalet del padre de Sonia. Iban a ser unas vacaciones geniales: playita, chicos, discotecas, y lo más esencial, la unión de unas mejores amigas. Iba a ser perfecto.
El viaje duraba unas cuatro horas y media. Iba a ser largo y por eso se llevaron revistas y CD de música para escucharla durante el viaje. El padre de Sonia molaba. Era el típico padre perfecto con el que todas las chicas adolescentes sueñan alguna vez, puesto que a pesar de estar separado, era un padre guay y comprensivo, y muy liberal. Dejaba a Sonia hacer casi todo lo que deseaba. Por eso, Sonia no obtuvo negación de su padre para poner la música a tope en el coche. Los altavoces parecían que iban a estallar, y las chicas, por si no fuera suficiente, chillaban como locas las letras de sus canciones favoritas. Las primeras cinco canciones fueron aguantables, pero a la sexta, el padre se Sonia empezó a sentir dolores de cabeza y pinchazos en los tímpanos. Anoche vino de trabajar muy tarde, y era cierto que la música le mantenía despierto en la carretera, pero hasta cierto punto. Al padre de Sonia cada vez le costaba más concentrarse, se le empezó a secar los ojos y estaba continuamente pestañeando. Sara se dio cuenta y se lo comentó a Sonia:
-Tu padre parece un poco cansado. Creo que le molesta la música.
-No tranquila. Sabes como es mi padre.
-Creo que Sara tiene razón-dijo Mery.
-De acuerdo... Le diré que la quite. ¡Papá!
El señor Peláez se giró para atender a su hija, en un descuido tan grande que la carretera se le quedó fuera de la percepción de sus ojos. Sara vio como en cuestión de segundos se les echaba encima una curva. Supo lo que iba a pasar instantes después. Por la mente de Sara cruzaron imágenes, de toda su vida. Su nacimiento, su bautizo, su primera comunión, su primer novio, Diego... y las chicas. Y sólo por eso supo que iba a morir.
-¡Papa! ¡Cuidado!- chilló Sonia.
Pero fue demasiado tarde. El instinto de Sara no falló en ningún momento. La película que pasaba por su mente de su vida de apagó de pronto y volvió a la realidad para chocar su cabeza contra la ventana por el giro rápido que hizo el padre de Sonia. Todas chillaron a la vez, el giro fue tan busco que el coche volcó.

Nuestra Historia


Bueno pues esta historia la tengo ya terminada y voy a ir colgando poco a poco capítulo a capítulo mientras me pongo a trabajar con mi siguiente historia: Poderes Ocultos.

Esta historia se llama Nuestra Historia, escrita por Natalia Campos Daza.

Me gustaría mucho que, si la leeis, me dierais vuestra opinion en un comentario.

Muchas gracias, y espero que os guste, dejo la sipnosis:


Desde que sus dos mejores amigas murieron, Sara no puede dejar de ver fantasmas. Sus padres ya preocupados deciden internarla en un Centro de Salud Mental, a lo que Sara llama ''infierno''. Ella lo pasa tan mal dentro que, su novio, disgustado por verla así, decide planear un secuestro y sacarla de allí. JUNTOS VIVIRAN UNA HISTORIA DE AMOR ESCONDIDOS DE LA POLICÍA Y DEL MUNDO EXTERIOR QUE TANTO DAÑO LES HA ECHO.
¿Les pillaran la policía? ¿Podrán vivir escondidos? ¿Qué será de su relación?
Y lo más importante: ¿Hasta donde están dispuestos a llegar el uno por el otro?



¿Y tú? ¿Hasta dónde llegarías por amor?