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20 may 2010

Capítulo 1

Desperté en una habitación blanca, un mes después del accidente. Estaba en el hospital. Pestañeé un par de veces, recordando cómo se movían los ojos después de tanto tiempo cerrados. Lo primero que vi fue el techo, tan blanco y relajante, que me ayudó a recuperar algunas imágenes. Diego despidiéndose. Y un coche con la música muy alta. Dolor de cabeza. Probé a respirar más fuerte y mis pulmones me regañaron por ello con un pequeño pinchazo. Gruñí como pude pero lo suficiente para que la persona que tenía al lado me oyera. Mi madre. Tenía los ojos hinchados, y morados por las grandes ojeras que los invadían. Parecía que llevaba demasiadas noches sin dormir. Intenté sonreír. No pude.
-¡Mi niña! ¡Mi niña se ha despertado!
No lo dijo muy alto, pero mis oídos estallaron a escucharla por primera vez después de aquella larga siesta. Otro gruñido.
-Princesa ahora mismo vendrá el doctor. Te vas a poner bien. Te lo prometo. Todo saldrá bien...-esto lo dijo más bajito.
Inmediatamente fue a su busca. Apenas veinte segundos después tenía a un médico intentando sacar de la habitación a mi nerviosa madre, y mi preocupado padre. El médico se me acercó, y empezó a examinarme sin decirme nada. Cuando terminó, se dignó a hablarme:
-¿Qué tal te encuentras?
-Mal...
Y no dije nada más en todo el día. Lo pasé durmiendo.
Tres días después abrí los ojos por la tarde. La primera sorpresa que me llevé fue la primera persona que me saludó. Amanda.
-Buenas tardes cariño. Nos has dado un buen susto a todos.
El día que me desperté no me había dado cuenta de que estaba en la camilla de al lado. Ingresada pero con mucho mejor aspecto que yo. Me quité la mascarilla de oxígeno para poder hablar.
-¿Que... ha pasado?
Me sorprendí poder haber pronunciado la frase entera, aunque con algunas dificultades.
-Hemos tenido un accidente... Hace un mes. Acabas de despertar de un coma. Pensábamos que te perdíamos... Yo casi pierdo la vista por un golpe en la cabeza. Todavía están asegurándose de que no tenga secuelas ni nada. Mañana me dan el alta. Pero seguiré visitándote.
-¿Y Sonia y Mery?
De pronto, a pesar de que yo apenas pude percatarme, Amanda se puso pálida. Lo que si pude ver claramente fue una lágrima saliendo de su ojo, y bajándose por su rostro para precipitándose al vacío tirándose desde su barbilla. Yo me puse nerviosa. Sin saber por qué.
-¿En qué habitación están?
-En ninguna...
-¿Están en casa?
-No...
-¡Donde están Amanda!
Y me puse a toser, por el gran esfuerzo de levantar la voz. Empecé a ahogarme, a faltarme el aire. Empecé a ponerme más nerviosa y cada vez más y más roja.
-¡Un médico!- chilló Amanda desesperada y bajó de su camilla para ir a mi encuentro.- ¡Un médico, joder!-volvió a chillar.
Vino el médico y apartó a Amanda de mi lado. Yo tosía y tosía. El médico me puso rápidamente la mascarilla y empezó a tranquilizarme.
-Tranquila... Respira... Respira... Todo ha pasado, tranquila...
Poco a poco me relajé y la tos cesó. Amanda suspiró aliviada. Estaba nerviosa. El médico se despidió de mí.
-Deberías descansar un poco, Sara. Amanda, ¿podemos hablar fuera?
-Si claro... Ahora vuelvo Sara-dijo Amanda. Y me dio un beso en la frente.
Salieron ella y el médico, y corrieron mis padres a su encuentro.
-Doctor le he visto salir de la habitación de Sara. Estábamos comiendo. ¿Ha pasado algo?-dijo mi madre, siempre tan nerviosa.
-Tranquilízate, Isabel.- sin embargo mi padre, era demasiado duro.
-Bueno, Sara a sufrido un ataque de tos, y creo que era porque algo la alterado. ¿No es cierto Amanda?-dijo el médico.
Amanda se sintió culpable cuando todas las miradas se dirigieron a ella. Bajó la mirada y asintió.
-Verás, quería deciros que el estado de Sara es bastante bueno, comparado con todo lo que ha sufrido. Recibió varios golpes y eso le provocó un coma del que todavía estamos asegurándonos no haya daños irreparables. Así que debería descansar al máximo y por supuesto no alterarse, cansarse o cualquier cosa que la perjudique. Tengo entendido que en el accidente murieron dos amigas suyas, ¿no?
-Si...
-Mi más sincero pésame. Sé que será difícil para ella superarlo, por eso, deberían guardárselo para cuando esté mejor. Una desgracia tan grande solo perjudicaría su salud que ahora es muy inestable. No sé si me entienden...
-¿Quiere que no le digamos que se han muerto sus dos mejores amigas?
-Verán, solo pienso que es demasiado pronto. Deberían esperar a que le dieran el alta. Por su bien.
-Creo que tiene razón...-dijo Amanda muy arrepentida, pues minutos antes había estado a punto de decírmelo.
-Sí. Es lo mejor y punto.-dijo papá.
Y así el médico avisó de que se habían acabado las visitas y se marchó.
-Vete tú a casa, yo me quedaré con la niña...-dijo mi madre.
Y mi padre se fue, mientras mi madre y Amanda se dirigían a la habitación. Yo, ya estaba dormida.

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